Dante, de la oscuridad a la luz

La Divina Comedia se abre con la oscuridad. Como escribe el profesor Claudio Giunta en su último libro Inferno (Feltrinelli, 2023), actualmente «la idea de la “selva oscura” no da miedo, pero el lector del siglo IV tenía una percepción bien precisa de hasta qué punto podía ser aterrador estar solo en un bosque, de noche y a oscuras». Pero la oscuridad no es solo la real, tiene otros significados específicos. La prueba de ello son las fotografías de Carlotta Valente, realizadas con la colaboración de Joaquín Paredes y presentes en la exposición La mirada de Dante – el observador mimético, que se puede visitar hasta el 29 de febrero en el palacio Barberini de Roma. Animales en negativo, plantas, estrellas e imágenes que nos traducen los distintos tipos de luz de la Divina comedia. En la exposición, promovida por el Instituto Central para el Catálogo y la Documentación del Ministerio de Cultura y dirigida por Alessandro Coco y Peter Lang con la coordinación de Giorgio Di Noto, percibimos del modo más inmediato posible, es decir, a través de la vista, cuáles son las variaciones de luz desde el principio al final del poema dantesco hasta atravesar el Purgatorio y llegar a la meta del poeta, el Paraíso, donde podrá encontrar a su adorada Beatriz. El Infierno empieza con la oscuridad y, en medio de tinieblas y condenados que sufren, seguimos a Dante y Virgilio hasta las vísceras de la tierra. Para abrirse camino, se necesita la luz de la razón representada por la lámpara de Virgilio. «En lugar de luz mudo me vi luego», dice Dante en el Canto V.

En el Purgatorio, el poeta ve un resplandor que se convertirá en la cantiga siguiente, en el paraíso, una luz cegadora. En el Paraíso, meta final, las almas de los muertos beatos aparecen como llamas, como luces. Suelen aparecer inmateriales, han perdido la nitidez que tenían las almas de los condenados, y aquellas que están esperando acercarse aún más al creador son ellas mismas fuentes de luz. Dante escribe en el último canto: «¡Oh suprema luz, que te elevas tanto de los mortales conceptos! A mi mente presta de nuevo un poco de lo que parecías». Como dice el crítico Giulio Ferroni, «Dante está a punto de hacernos entender la alteridad de la mirada» incluso a través de la luz, que se utiliza continuamente como metáfora.

La luz es uno de los temas conductores de toda la Divina comedia, así como también lo son sus propiedades, las cuales podemos ver representadas en las fotografías de la exposición La mirada de Dante. Carlotta Valente y Joaquín Paredes reproducen el clímax del viaje dantesco –de la oscuridad del Infierno al máximo esplendor divino del Paraíso– no solo a través de los sujetos sino también gracias a las características específicas de la fotografía, el medio que por excelencia vive de luz. Como declaró Carlotta Valente: «Las 27 obras de la exposición utilizan la luz y la transmisión o la resistencia a la luz de los materiales que se eligieron para realizarlas», proponiéndonos un viaje no solo por la Divina Comedia sino a través de los procesos históricos fotográficos.

Para realizar las obras dedicadas al Infierno, se utilizó el papel, por su resistencia a la luz, por su opacidad: la técnica utilizada es la solarización, para ser más precisos, el efecto Sabatier. Una técnica que prevé el encendido de la luz en la cámara oscura para “quemar” los tonos claros.

Para realizar las fotografías que representan el Purgatorio se utilizó el vidrio: un material transparente que proyecta una sombra al igual que las almas de esta cantiga. Según Valente, la cianotipia se utilizó para rendir homenaje a Anna Atkins (botánica y primera mujer que utilizó la cianotipia para realizar un libro) y, también, porque el azul es el primer color que Dante ve al abandonar las tinieblas infernales.

La técnica utilizada para realizar las fotografías del Paraíso es la más valiosa, la primera entre los procesos históricos fotográficos: el daguerrotipo. Una superficie de plata que se sensibiliza a la luz. La imagen que se forma sobre la placa es muy difícil de ver. «Es uno de los motivos por los que hemos elegido este material para representar la última cantiga de la Divina Comedia, por la dificultad de visión. Cuando Dante llega al Paraíso está totalmente cegado, no ve nada –nos explica Valente».

Es así como descubrimos en Palazzo Barberini que una de las obras literarias que dan forma a la civilización occidental también se puede leer como una larga búsqueda de luz.